Este es un poema de Luis de Gongora; os dedico a los no tan enamorados ya todos aquellos que espantan al dios cupido como moscas en el almuerzo!!
Ciego que apuntas y atinas,
caduco dios y rapaz,
vendado que me has vendido
y niño mayor de edad:
por el alma de tu madre
que murió, siendo inmortal,
de envidia de mi señora,
que no me persigas más.
Déjame en paz, amor tirano;
déjame en paz.
Baste el tiempo mal gastado
que he seguido a mi pesar
tus inquietudes banderas,
forajido capitán.
Perdóname, amor, aquí,
pues yo te perdono allá
cuatro escudos de paciencia,
diez de ventaja en amar.
Déjame en paz, amor tirano;
déjame en paz.
Amadores desdichados
que seguís milicia tal,
decidme: ¿Qué buena guía
de un ciego podréis sacar?
de un pájaro ¿qué firmeza?
¿qué esperanza de un rapaz
qué galardón de un desnudo?
de un tirano ¿qué piedad?
Déjame en paz, amor tirano;
déjame en paz.
Diez años desperdicié,
los mejores de mi edad,
en ser labrador de amor,
a costa de mi caudal.
Como aré y sembré,
cogiaré un alterado mar,
sembré en estéril arena;
cogí vergüenza y afán.
Déjame en paz, amor tirano;
déjame en paz.
Una torre fabriqué
del viento en la vanidad,
mayor que la de Nembrot
y de confusión igual.
Gloria llamaba a la pena,
cárcel a la libertad,
miel dulce al amargo acíbar,
principio al fin, bien al mal.
Déjame en paz, amor tirano;
déjame en paz.