Les dejo un extracto de un diccionario buena onda, el cual no pueden dejar pasar por alto.
Aire, s. Sustancia nutritiva con que la generosa Providencia engorda a los pobres.
Ardor, s. Cualidad que distingue al amor inexperto.
Belleza, s. Don femenino que seduce a un amante y aterra a un marido.
Boda, s. Ceremonia por la que dos personas se proponen convertirse en una, una se propone convertirse en nada, y nada se propone volverse soportable.
Conversación, s. Feria donde se exhibe la mercancía mental menuda, y donde cada exhibidor está demasiado preocupado en arreglar sus artículos como para observar los del vecino.
Conferencista, s. Alguien que le pone a usted la mano en su bolsillo, la lengua en su oído, y la fe en su paciencia.
Destino, s. Justificación del crimen de un tirano; pretexto del fracaso de un imbécil.
Diccionario, s. Perverso artificio literario que paraliza el crecimiento de una lengua además de quitarle soltura y elasticidad. El presente diccionario, sin embargo, es una obra útil.
Egoísta, s. Persona de mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí.
Ermitaño, s. Persona cuyos vicios y locuras no se ejercen en sociedad.
Felicidad, s. Sensación agradable que nace de contemplar la miseria ajena.
Futuro, s. Época en que nuestros asuntos prosperan, nuestros amigos son leales y nuestra felicidad está asegurada.
Genealogía, s. Estudio de nuestra filiación hasta llegar a un antepasado que no tuvo interés en averiguar la suya.
Gracias, s. Tres bellas diosas, Aglaia, Thalia y Euphrosyne, que servían gratuitamente a Venus. No costaba nada mantenerlas, porque comían muy poco y se vestían según el tiempo, con la brisa que soplaba en ese momento.
Hospitalidad, s. Virtud que nos induce a alojar y alimentar a personas que no necesitan alojamiento ni alimento.
Humildad, s. Paciencia inusitada para planear una venganza que valga la pena.
Ignorante, s. Persona desprovista de ciertos conocimientos que usted posee, y sabedora de otras cosas que usted ignora.
Intimidad, s. Relación a que son providencialmente arrastrados los necios a fin de destruirse.
Ligas, s. Bandas elásticas destinadas a impedir que una mujer salga de sus medias y devaste el país.
Locura, s. Ese "don y divina facultad" cuya energía creadora y ordenadora inspira el espíritu del hombre, guía sus actos y adorna su vida.
Mendigar, v. t. Pedir algo con intensidad proporcional a la creencia de que no será otorgado.
Muerto, adj. Dícese de lo que ha concluido el trabajo de respirar; de lo que ha acabado para todo el mundo; de lo que ha llevado hasta el fin una enloquecida carrera; y de lo que al alcanzar la meta de oro, ha descubierto que era un simple agujero.
Niñez, s. Período de la vida humana intermedio entre la idiotez de la primera infancia y la locura de la juventud, a dos pasos del pecado de la adultez, y a tres del remordimiento de la ancianidad.
Noviembre, s. Décimoprimer duodécimo del tedio.
Oponer, v. Ayudar con obstrucciones y objeciones.
Oportunidad, s. Ocasión favorable para atrapar un desengaño.
Pagano, s. Ser descarriado que incurre en la locura de adorar lo que puede ver y sentir.
Pantomima, s. Representación teatral en que se narra una historia sin hacer violencia al lenguaje. Es la forma menos desagradable de acción dramática.
Racional, adj. Desprovisto de ilusiones, salvo las que nacen de la observación, la experiencia y la reflexión.
Razonable, adj. Accesible al contagio de nuestras opiniones. Receptivo a la persuasión, la disuasión, la evasiva.
Saciedad, s. Ese sentimiento, señora, que uno experimentaba por el plato después de tragar su contenido
Superar, v.t. Hacerse de un enemigo.
Tacaño, adj. El que indebidamente quiere conservar lo que muchas personas meritorias aspiran a obtener.
Temerario, adj. Insensible al valor de nuestros consejos.
Una vez, adv. Suficiente
Vanidad, s. Tributo que rinde un tonto al mérito del asno más cercano.
Voto, s. Instrumento y símbolo de la facultad del hombre libre de hacer de si mismo un tonto y de su país una ruina.
Zoología, s. Ciencia e historia del reino animal, incluyendo a su reina, la Mosca Doméstica (Musca Maledicta). Se concede universalmente que el padre de la Zoología fue Aristóteles; el nombre de la madre, en cambio, no ha llegado hasta nosotros. Dos de los exponentes más ilustres de esta ciencia han sido Buffon y Oliver Goldsmith y ambos nos dicen que la vaca doméstica cambia de cuernos cada dos años.
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